Los médicos en Arizona inyectaron a un hombre de 69 años un medicamento diseñado para reducir los tumores que crecen en su cuerpo. La droga era radiactiva. Lamentablemente, la medicina no lo salvó, y dos días después, murió. Cinco días después de eso, su cuerpo fue incinerado, extendiendo partículas radiactivas por todo el crematorio.
Esa cremación, que ocurrió sin el conocimiento de los médicos que habían inyectado el material radioactivo en el cuerpo del hombre, representaba un peligro para los trabajadores crematorios. Y los investigadores dicen que es un problema que puede ser más común de lo que nadie se haya dado cuenta.
En un breve artículo publicado hoy (26 de febrero) en la revista JAMA, los investigadores informaron los resultados de una investigación exhaustiva del crematorio y el trabajador que se ocupó de los restos radiactivos. Los investigadores encontraron radiación significativa en el equipo crematorio, incluido el "horno, el filtro de vacío y la trituradora de huesos".
Una muestra de orina del trabajador del crematorio también arrojó pequeñas cantidades de material radiactivo. Los investigadores escribieron que el trabajador probablemente no recibió una dosis peligrosa de radiación, pero agregaron que las preguntas sobre con qué frecuencia se incineran los cuerpos radiactivos o con qué frecuencia están expuestos los trabajadores crematorios siguen sin respuesta. (En otras palabras, una exposición única es menos peligrosa que la exposición repetida a la radiación).
Los investigadores encontraron una lectura máxima del contador Geiger de 25,000 conteos por minuto en el equipo crematorio. Eso se traduce en una exposición de 7.5 milirem por hora para alguien en contacto directo con el equipo, mucho más de lo que se considera seguro, pero muy por debajo de los niveles que rápidamente causarían envenenamiento por radiación.
La buena noticia es, escribieron los investigadores, que el lutecio 177 (el elemento radiactivo en la inyección) tiene un corto alcance y una vida media corta. Eso significa que los efectos peligrosos no se habrían extendido ni durado mucho.
Pero en el futuro, argumentaron los investigadores, los protocolos de seguridad para los medicamentos radiactivos deberían tener en cuenta la posibilidad de muerte y cremación para proteger al público. Con la excepción de Florida, la mayoría de los estados, incluido Arizona, carecen de reglas para evitar la cremación de restos radiactivos.